LOS PICADORES DE LA VAL D’ECHO

Durante más de cinco mil años, desde la Edad de Bronce hasta  mediados del siglo XIX, la madera de los árboles ha sido el principal combustible y material de construcción de casi todas las civilizaciones que han existido.

Todavía hoy, sigue siendo la fuente básica de energía para dos mil millones de personas, tres cuartas partes de la población de los países en desarrollo.

La madera, ha sido el héroe silencioso de la revolución tecnológica que nos ha llevado desde la cultura de la piedra hasta la época actual, y la base sobre la que se asentaron las culturas antiguas.

Sagrados los árboles para los celtas, los leñadores germanos hacían bendecir sus hachas por los sacerdotes del culto de Biel (dios protector de los bosques y de la vegetación) y los leñadores vascos recitaban a los árboles antes de abatirlos: nosotros te derribaremos, y perdónanos.

Materia necesaria e imprescindible desde los tiempos remotos, es en los pueblos de montaña donde la vinculación entre el hombre y la madera es más estrecha y forma parte de la vida cotidiana.

En todos los pueblos del Pirineo era tradicional, hasta épocas bien recientes, que dicha vinculación transcendiera a los ritos festivos( todavía perduran los “mayos” y las “enramadas”), siendo habitual que en las fiestas patronales se incluyeran demostraciones entre leñadores, que mostraban sus habilidades y competían en el corte de los árboles y en el uso de las distintas herramientas ligadas a la extracción de madera.

De todos son conocidos los aizkolaris navarros y vascos. También en Aragón, y en concreto en la Val d’Echo, Pirineo de Huesca, un grupo de jóvenes, LOS PICADORES DE LA VAL D’ECHO, se empeñan en mantener y difundir el espectáculo del corte de madera, como un deporte de exhibición que se resiste a desaparecer.

Desde hace aproximadamente ocho años, David Brun de casa Chambrun de Siresa, Eduardo López de casa Arrigaz de Urdués , Vicente Pérez de casa Galle y Eloy Marín de casa Malaño, ambos de Echo, con la inestimable ayuda de algunos amigos, como Alberto Larripa de casa Farol y Oscar Martínez de casa Poli, los dos de Siresa, se han comprometido en llevar hasta el último rincón en el que se les reclama, un espectáculo tradicional en el que muestran didácticamente, desde el uso del antiguo “tronzador”, hasta el peligroso corte en vertical subidos en cuñas en un tronco de cinco metros de altura, pasando por la competición por equipos, del corte de troncos, sin olvidar la demostración del corte con motosierra, avance tecnológico que muchos de sus mayores, de quienes aprendieron, asumieron como un gran avance tras toda una vida cortando troncos con la sola ayuda de sus hachas y su pericia y potencia física.

Son los últimos PICADORES de exhibición que quedan en Aragón. Y a todos ellos les viene de familia la relación con el corte de madera. Todos ellos han trabajado en algún momento extrayendo madera en los frondosos bosques de hayas y pinos de la Val d’Echo. Alguno de ellos, como David, todavía lo hace laboralmente.

Su espectáculo es impresionante. Cuando en las plazas de los pueblos comienza su exhibición, el silencio de los cientos de personas que los contemplan deja paso al silbido del hacha y  al ruido seco de la madera hendida, mientras ellos, con la mayor naturalidad, van cortando en rodajas los gruesos troncos, o demostrando su habilidad con una sola mano, o arriesgándose a una peligrosa caída, demuestran lo que era el corte en altura cercenando un tronco a cinco metros en vertical.

                                                                        

Pero su dedicación, no recibe los apoyos y ayudas que serían necesarios. Constituidos en Asociación Cultural, están organizados en la Federación  Aragonesa de Deportes Tradicionales, que cuenta casi exclusivamente con el tiro de barra aragonesa como principal y casi único exponente de dichos deportes.

Su afición les cuesta no sólo el esfuerzo físico que derrochan en sus actuaciones. La madera que emplean en las mismas, y que deben de renovar lógicamente en cada actuación, no sólo deben de comprarla, sino que en muchas ocasiones deben de extraerla ellos directamente de los bosques y prepararla previamente.

Los entrenamientos, necesarios como en cualquier otro deporte, les originan un gasto económico que no desciende, en cada ocasión, de los 60 ò 70 euros.

A ello hay que sumar el coste de las hachas  y  el transporte de la madera a los pueblos en los que actúan.

Sólo en el pasado año, más de 50 m3 de madera fueron necesarios para sus más de 25 actuaciones, que además de en los pueblos de Aragón, les han llevado a hacer exhibiciones en Bilbao, Pobla de Ségur, Salou, Pamplona , Zaldivia.....

En este último mes, tanto la Diputación Provincial de Huesca, como el propio Ayuntamiento de Echo, empiezan a mostrar un mayor interés por apoyar a éste grupo de jóvenes que reviven con sus actuaciones una de las faenas más antiguas de la humanidad,  sorprendiendo a quienes desde la actual modernidad viven lo rural como un espacio de tranquilo esparcimiento.

No hay que perderse su exhibición.

(Artículo publicado por el autor del blog hace más de diez años en la revista VIAJAR POR ARAGÓN. Tras todos éstos años transcurridos, los PICADORES DE ECHO, continúan con sus exhibiciones. Todos los años, para las fiestas de Echo, en San Martín, actúan desinteresadamente para sus vecinos)